Durante casi dos años, aunque con vaivenes, la Unión Europea se ha mantenido firme en su apoyo político, diplomático y económico a Ucrania frente a la agresión rusa. Ahora, cuando el sostén de otro de sus aliados, Estados Unidos, flaquea por sus propias luchas políticas internas, también se tambalea el de Europa, que ha visto cómo la guerra ha llegado al continente. El soporte europeo a Kiev se somete a una prueba de fuego este jueves y viernes en Bruselas en una cumbre decisiva para Ucrania y la unidad de la UE, en la que Hungría y su primer ministro, el ultraconservador populista Viktor Orbán, amenaza con vetar la apertura de negociaciones de adhesión con Ucrania y un nuevo importante salvavidas económico a cuatro años dentro el presupuesto de la UE. “Ucrania no ha completado todas las condiciones requeridas para abrir el diálogo sobre su inclusión. Es un proceso basado en el mérito y aún no ha cumplido”, ha lanzado Orbán a su llegada al Consejo Europeo. Rusia, mientras, se frota las manos ante cualquier indicio de que la UE flaquea.
Los líderes europeos han lanzado una última ofensiva diplomática para presionar a Orbán para que abra la mano. Se trata de evitar así no solo el golpe para Kiev, sino trabajar para que no aparezcan las primeras grietas importantes en la UE. Tras una serie de encuentros y llamadas en los últimos días, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la de la Comisión, Ursula von der Leyen, y los líderes de los dos países más grandes —Francia (Emmanuel Macron) y Alemania (Olaf Scholz)— han fijado un desayuno con el primer ministro húngaro previo a la reunión del Consejo Europeo. En la noche del miércoles, los cuatro líderes cenaron en Bruselas para sentar su estrategia hacia Orbán —desde el inicio de la invasión mucho más cercano a Moscú, con quien tiene vínculos, que a Kiev—.
Justo antes, el Ejecutivo comunitario había descongelado 10.200 millones de euros que Hungría tenía bloqueados por su deriva autoritaria. Bruselas alegó que Budapest había cumplido su parte del trato para revertir algunos puntos de esa deriva.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, en uno de sus últimos Consejos Europeos, ha definido este jueves, a su llegada a Bruselas, la reunión como “decisiva”. “Tenemos que mostrar nuestro compromiso con Ucrania”, ha instado también la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. Sobre la mesa, dos elementos “cruciales” para Ucrania, han dicho Rutte y Kallas: la decisión sobre iniciar el diálogo para su adhesión a la UE y un paquete de 50.000 millones de euros a cuatro años, que los líderes negocian ahora. Esta cantidad formaría parte de una revisión más amplia del marco financiero plurianual, que tiene otros ingredientes, como un nuevo capítulo para gestión de inmigración o competitividad. Hungría bloquea, por ahora, ambos elementos. Y otros Estados miembros solo apoyan los nuevos fondos para Ucrania, así que el visto bueno final es difícil.
Plan B
Así que los líderes han diseñado ya un plan B para que, si esa revisión presupuestaria no sale adelante, Ucrania no se vaya con las manos vacías y suministrarle esos 50.000 millones (33.000 en préstamos y 17.000 en subvenciones) o parte de ellos con un paquete fuera del presupuesto o a través de un acuerdo con los 26 Estados miembros (todos los de la UE menos Hungría). Otra opción es hacerlo a través de préstamos bilaterales. Orbán, que está viviendo su gran momento de protagonismo en la UE, ha asegurado este jueves que no se opone a un paquete “extrapresupuestario”.
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Otro asunto es la apertura de conversaciones de adhesión. Para esto no hay un plan B, remarca una alta fuente comunitaria. La decisión de lanzar ese diálogo con Kiev requiere unanimidad. Y Hungría no parece abierta a respaldarlo. Orbán, que ha remarcado que Ucrania debería iniciar conversaciones de paz con Rusia y que ha instado a la UE a replantear su estrategia con el país invadido, insiste en que Ucrania no está preparada y que no ha cumplido tres de las siete precondiciones que se exigían. El húngaro se basa en el informe del progreso de Kiev publicado en noviembre por la Comisión Europea, adelantado por EL PAÍS, que recomendaba abrir las negociaciones, pero apuntaba que quedaban algunos pequeños flecos pendientes.
Los líderes negocian ahora una fórmula un poco más amplia. Esta consistiría en abrir esas conversaciones, pero asegurando que solo se adoptaría el marco de cómo hacerlo “una vez que se hayan adoptado los pasos pertinentes establecidos en las recomendaciones de la Comisión”, según el borrador de conclusiones de la cumbre al que ha tenido acceso este diario. La esperanza es que Orbán acepte esa redacción.
Mientras, el resto de líderes defienden el inicio de unas conversaciones de inclusión que, no obstante, pueden durar muchos años y que requerirán otras muchas y muy complejas reformas por parte de Ucrania. “Defendemos una valoración positiva para iniciar negociaciones de adhesión con Ucrania”, ha remarcado este jueves el alto representante para Política Exterior, Josep Borrell. “Lo más importante que debemos decidir aquí hoy y este fin de semana es que el apoyo financiero a largo plazo para Ucrania provendrá de la Unión Europea”, ha dicho también el primer ministro irlandés, Leo Varadkar.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, que está intensificando sus esfuerzos para mantener el apoyo y la atención occidental mientras la guerra lanzada por el Kremlin se alarga, ha asegurado que su país ya ha cumplido ultimando esos flecos pendientes en los últimos días con la aprobación de varias normas. “Cuento con los líderes europeos y con que reconozcan los esfuerzos de Ucrania y den un paso histórico”, remarcó el miércoles. “Ucrania ha completado su parte y ha demostrado que puede lograr grandes resultados pese a las enormes dificultades”, añadió el presidente ucranio.
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