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Más de 1.200 niños menores de cinco años han muerto en Sudán tras el inicio de la guerra en abril, según la ONU | Internacional

Más de 1.200 niños menores de cinco años han muerto en Sudán tras el inicio de la guerra en abril, según la ONU | Internacional

Más de 1.200 niños menores de cinco años han muerto en los últimos cuatro meses en nueve campos de refugiados del estado del Nilo Blanco, en el sur de Sudán, por una combinación fatal de un presunto brote de sarampión y una elevada desnutrición, según ha denunciado Naciones Unidas este martes. En el mismo período se han registrado 3.100 casos más, por ahora no letales, de niños que se encuentran en el mismo estado, así como medio millar de casos sospechosos de cólera y brotes de dengue y malaria en otras partes del país, sumido desde el pasado abril en una guerra entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), el principal grupo paramilitar del Estado.

El estallido del conflicto, que ya ha provocado miles de muertos y heridos, y millones de desplazados, ha sometido el frágil sistema de salud de Sudán a una gran presión a raíz de los ataques a instalaciones sanitarias, el déficit de personal y la escasez de medicamentos y de equipos, lo que plantea un serio desafío en un contexto de alto riesgo epidémico. La guerra también ha agravado de forma alarmante el acceso de muchos sudaneses a alimentos suficientes, y se estima que hoy más de 20 millones de personas sufren inseguridad alimentaria aguda, lo que representa en torno al 42% de la población, la cifra más elevada jamás registrada en el país y casi el doble del 24% alcanzado hace un año.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, ha declarado el martes: “El mundo tiene medios y dinero para evitar cada una de estas muertes por sarampión o malnutrición. Pero decenas de niños mueren cada día como resultado de este devastador conflicto y de la falta de atención mundial. Podemos evitar más muertes, pero necesitamos dinero para la respuesta, acceso a los necesitados y, sobre todo, el fin de los combates”.

La ONU calcula que casi 25 millones de personas, aproximadamente la mitad de la población de Sudán, necesitan ayuda humanitaria, incluidos 13,6 millones de niños. En septiembre, además, Sudán se ha convertido en el país con el mayor número de desplazados internos del mundo, más de siete millones, entre ellos 3,3 millones de niños. De estos, la guerra es responsable de 4,25 millones de desplazados y un millón de refugiados.

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La situación de la infancia es particularmente alarmante. Unos 10 millones de niños han visto reducida la cantidad o calidad de los alimentos que consumen, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y en torno a 700.000 con desnutrición aguda grave están en peligro de morir. Asimismo, unos 1,7 millones de bebés corren el riesgo de no recibir vacunas esenciales, 9,4 millones de niños carecerán pronto de acceso a agua potable, y 3,4 millones se exponen a enfermedades diarreicas y cólera.

Solo cinco Estados sudaneses, entre el que se cuenta Nilo Blanco, acogen a la mitad de la población total de desplazados internos de Sudán, alrededor de dos millones de personas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), lo que está añadiendo mucha presión sobre los ya de por sí limitados recursos de las comunidades de acogida.

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En Chad, el país que más refugiados ha acogido, principalmente llegados desde Darfur, se han detectado recientemente en torno a 13.000 casos de niños menores de cinco años gravemente desnutridos, según el comunicado difundido el martes por la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Sudán del Sur, el tercer mayor receptor de refugiados sudaneses después de Chad y Egipto, se han detectado altas tasas de desnutrición y un aumento de casos de sarampión entre los menores de edad llegados de Sudán. Entre mayo y julio, una media de 103 niños ingresó mensualmente en centros sanitarios por desnutrición moderada o grave, un 635% más que antes de la guerra.

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Aunque ha acogido un número muy inferior de refugiados, en Etiopía la situación es igual de preocupante, ya que la región a la que llegan los sudaneses que huyen de la guerra, Amhara, sufre un brote de cólera que está evolucionando rápidamente y para el que se disponen de muy pocas vacunas y medios para hacerle frente.

Ataques contra los centros de salud

A pesar de la crítica situación humanitaria que atraviesa Sudán, las organizaciones de ayuda humanitaria activas en el país se están encontrando muchos obstáculos para trabajar desde el estallido de la guerra, incluida una falta general de garantías de seguridad, trabas burocráticas y logísticas, e intentos de ambos bandos de instrumentalizar su asistencia.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha declarado este martes: “El personal sanitario local, con la ayuda de la OMS y sus asociados, está haciendo todo lo que puede en condiciones muy difíciles”. “Pero necesitan desesperadamente el apoyo de la comunidad internacional para evitar más muertes y la propagación de brotes”, ha añadido.

Por su parte, un portavoz del Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), James Elder, ha alertado de que miles de recién nacidos se encuentran en peligro de morir antes de que termine el año a causa del impacto de la guerra sobre los servicios básicos del país africano y del “cruel desprecio por la población civil”, informa Europa Press. Elder ha indicado que en Sudán nacerán unos 333.000 niños y niñas entre octubre y diciembre. “Ellos, ellas y sus madres necesitan una atención cualificada durante el parto. Sin embargo, en un país donde millones de personas están atrapadas en zonas de guerra o desplazadas, y donde hay una grave escasez de suministros médicos, esa atención es cada día menos probable”, ha subrayado.

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Elder ha informado de que “los servicios de nutrición se encuentran también destrozados” y ha especificado que “cada mes, unos 55.000 niños y niñas necesitan tratamiento para la forma más letal de desnutrición”. Sin embargo, en Jartum menos de uno de cada 50 centros de alimentación terapéutica está en funcionamiento y en Darfur Occidental es uno de cada diez. “Las cifras oficiales de víctimas sitúan el número total de niños y niñas muertos en los combates en Sudán en 435. Dada la devastación total de los servicios de salvamento de los que depende la infancia, Unicef teme que los ciudadanos más jóvenes de Sudán estén entrando en un período de mortalidad sin precedentes”, ha alertado.

Cuanto más dure el conflicto y persistan los bajos niveles de financiación, más devastador será el impacto, según Elder. “Este es el precio de la inacción”, ha dicho, antes de especificar que durante su reciente visita a Sudán se ha reunido con civiles desplazados y “familias que llegan asustadas, hambrientas y habiendo dejado atrás todas sus pertenencias”. En este sentido, ha hecho hincapié en que “las mujeres y las niñas se ven continuamente aterrorizadas durante su huida” y en que “cada vez hay más informaciones de niños y niñas reclutados por grupos armados”. “Sudán es ahora uno de los lugares más peligrosos para los trabajadores humanitarios”, ha lamentado.

El representante de Unicef ha aclarado que, a pesar de todos estos riesgos, el organismo y sus socios están dando ayuda a los niños en el país africano. “Necesitamos fondos. A partir de este mes, el llamamiento de Unicef de 838 millones de dólares (cerca de 784 millones de euros) para llegar a casi diez millones de niños y niñas tiene menos de una cuarta parte financiada. Semejante déficit de financiación significará la pérdida de vidas”, ha destacado.

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