El Ejército de Israel ha confirmado a media tarde de este sábado lo que se podía ver en vídeos desde primera hora: la inédita y elaborada operación sorpresa de los grupos armados de Gaza no solo ha causado al menos 250 muertos, sino que las decenas de milicianos que lograron infiltrarse en Israel (aprovechando huecos en la barrera fronteriza, abriendo una grieta con una excavadora o sobrevolándola con parapentes) han secuestrado a civiles y tomado soldados como prisioneros de guerra.
El portavoz de las Fuerzas Armadas, Daniel Hagari, no ha especificado su número, aunque Abu Obeida, portavoz de las Brigadas de Ezedín Al Qassam, brazo armado de Hamás, los ha cifrado en decenas, entre ellos “altos cargos y militares”. En las imágenes propagandísticas, no todos parecen estar con vida. Los milicianos tienen aún además rehenes en las localidades de Ofakim y Bari, adonde se han trasladado fuerzas israelíes de élite.
Los vídeos muestran situaciones que hasta ahora parecían reservadas a la ficción, como el de cuatro civiles israelíes llevados a Gaza a la fuerza, otros tantos en el suelo con las manos en la nuca, una joven introducida a empujones en un vehículo o una anciana confundida en la Franja entre el entusiasmo colectivo. También se puede ver a un grupo sacar por la fuerza a dos soldados de un vehículo militar y a otro, arrojar al suelo a un soldado, aparentemente muerto, antes de pisotearlo junto al coche.
Son personas que las milicias podían haber matado con facilidad, ya que han controlado durante horas varias localidades de la zona e introducido hasta blindados israelíes en la Franja. La decisión no es casual.
“A nuestros prisioneros, os digo: lo que tenemos en nuestras manos traerá vuestra libertad”, ha señalado Saleh Al Aruri, número dos del buró político de Hamás, a la cadena de televisión Al Jazeera, en referencia a los alrededor de 4.500 presos palestinos en cárceles israelíes, según la ONG israelí de derechos humanos Btselem. La Yihad Islámica, que también se ha atribuido varios secuestros, ha puesto la excarcelación de todos los presos como condición para liberar a “todos los cautivos en manos de las organizaciones de la resistencia palestina”. Su portavoz, Dawood Shihab, ha afirmado este sábado que Israel mantiene encarcelados a “mujeres y niños” palestinos, por “lo que no tendrán en cuenta” si los cautivos israelíes son “adultos, mujeres o niños”.
A lo largo de las décadas, Israel ha excarcelado a miles de presos en canjes. Algunos han sido los habituales entre países tras una guerra, como las que libró con sus vecinos tras su creación en 1948, la de los Seis Días en 1967 o la de Yom Kipur, en 1973, pero otros tienen más que ver con la consciencia de sus enemigos de que se trata de su punto débil.
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“Creo que querían secuestrar a unas pocas personas, para usarlas para negociar, no meterse en la amenaza de su derrumbe… o su final”, ha señalado al diario The Times of Israel el analista político israelí Avi Issajarof, que señala que la magnitud de la operación de este sábado cambia tanto la ecuación que entierra posibles acuerdos entre bambalinas y a través de mediadores como los anteriores.
El secuestro de soldados es un tema particularmente sensible en Israel. El servicio militar es obligatorio tanto para hombres (hasta tres años) como para mujeres y existe una suerte de acuerdo tácito por el que el Estado pide a sus jóvenes que se enfunden el uniforme a cambio de la certeza de que, si algo se tuerce, no los abandonará a su suerte o, al menos, hará lo posible para que reciban una sepultura digna.
En 2011, por ejemplo, aceptó liberar a más de 1.000 presos palestinos por un solo soldado, Gilad Shalit, que Hamás retenía en Gaza. Incluso excarceló dos años antes a 20 palestinas a cambio de una prueba de que estaba vivo.
La importancia de los cadáveres se pudo ver en 2008, cuando Israel liberó cinco presos y devolvió 200 cadáveres de libaneses y palestinos para recuperar los cuerpos sin vidas de dos militares que la milicia libanesa de Hezbolá había capturado en una operación que desencadenó una cruenta guerra de 33 días entre ambos. La píldora no fue particularmente amarga por el número, sino porque uno de ellos era Samir Kuntar, autor de uno de los atentados más brutales y condenado a 542 años de cárcel por tres asesinatos en Israel. Su impresionante y triunfal acogida añadió sal a la herida. Kuntar fue posteriormente asesinado, en 2015.
Si se mantuviese ese precio, la liberación del número de rehenes que presumiblemente tiene hoy Hamás supondría vaciar las cárceles palestinas. Pero el histórico ataque de este sábado lo vuelve impensable, por la muestra de debilidad que supondría para Israel. Y, sobre todo, porque se dispone a embarcarse antes en una “campaña contundente y prolongada”, como la ha definido el primer ministro, Benjamín Netanyahu, en conversación con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
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